jueves, 17 de marzo de 2016

Dejar ir desde el corazón

Dejar ir desde el corazón.

A veces creemos que es una tarea fácil… pero realmente no lo es.
Desde que estamos muy pequeños aprendemos que no todo en la vida se nos puede dar. Aprendemos con situaciones cotidianas tales como: Cuando pedimos algo a nuestros padres y recibimos un simple NO como respuesta; cuando estamos en una competencia bien sea deportiva o escolar y alguien más saca el puntaje más alto y se ganan la estrella o el trofeo de premio. Ahí es donde vamos creando lo que llamamos “tolerancia a la frustración”.

A medida que vamos avanzando en edad vamos aplicando esa tolerancia en otros escenarios de nuestra vida; en el empleo cuando promueven a alguien más o cuando estamos en la búsqueda de trabajo y no nos llaman; en las filas de los bancos o minimarket, o en momentos tan sencillos como cuando deseamos por ejemplo un vaso de leche y vamos a la cocina por este y vemos que nuestro hermano se está tomando el último trago que había. Etc.

En esos momentos es donde aprendemos el verdadero significado y valor de las cosas, ahí es donde aprendemos a respetar y cuidar cada una de ellas, entendiendo por cosa: lo material, las relaciones interpersonales, el empleo, el dinero, entre otros.

El aprender a Dejar ir se encuentra muy relacionado con la tolerancia al “NO” que hayamos desarrollado a lo largo de nuestra vida.  Si de niños siempre teníamos todo a pedir de boca y nunca recibimos un NO como respuesta o si cuando lo recibíamos solíamos gritar y realizar pataletas y de esa forma ese NO se convertía en un SI, al ser adultos esa tolerancia a la frustración definitivamente no se ha formado y crecemos siendo seres presumidos, egocentristas y caprichosos. Lo cual nos conducirá a un camino de sufrimiento.

Un ejemplo muy claro de esto, es cuando alguien con quien hemos compartido nuestra vida ya no está; bien sea por mentiras, infidelidades o porque simplemente ya no está en este plano terrenal. Nadie dice que no va a doler; debemos darnos un tiempo prudencial para realizar nuestro duelo, pero no podemos seguir sumiéndonos en esa angustia, en esa ausencia, no podemos permitirnos entrar en crisis de ansiedad o síndromes depresivos.  Lo cual nos lleva no solo a descubrir que nuestra tolerancia a la frustración está débil, sino que además nos damos cuenta que solo vivíamos para el otro y no teníamos vida propia.

Es por todo esto que nos cuesta tanto dejar ir, que nos cuesta tanto soltar, por eso lo hacemos con dolor, con rabia y en algunos casos con frustración. Ahí demostramos que realmente lo que duele es el ego; nos damos cuenta que ese dolor no viene solo por el amor que le tenemos a la otra persona sino por el amor propio herido y nos empezamos a preguntar ¿Por qué nos dejó?, ¿Por qué me abandono?, ¿Me hace falta, le haré falta yo? Y se vuelve una sola constante YO-YO.

Si realmente sentimos amor por esa persona debemos dejar que el continúe su proceso y desear que este donde este sea realmente feliz.  Aceptar que no éramos lo que él deseaba o que ya había cumplido su ciclo en el trascender por esta tierra, permitiéndonos continuar con nuestra vida.  Soltando para abrir espacio a lo que llegará, llenando ese vacío con nuevos sueños, nuevas expectativa y nuevas ilusiones; recordando con amor los momentos vividos diciendo adiós desde el corazón y permitirnos aprender de cada proceso, ese es nuestro deber.  De esta forma nos damos prioridad amándonos, respetándonos y aceptándonos.


Los invito a reflexionar sobre cuáles son nuestros apegos y si definitivamente debemos dejar que ellos nos dominen o retomar el poder de nuestras vidas. Recuerda que el apego no solo es hacia una persona, también existen apegos por el dinero, el éxito, el fracaso, el victimismo… entre otros. Decídete a perdonarte, decídete a vivir en coherencia, decídete a amarte. 

Ft. Nathalie Cruz Villa
Terapeuta Bio-sanación Emocional
Esp. Psicopedagogia Especial
Coach Nutricional - PNL
Celular y WhatsApp: 3117001065
Carrera 45 #3ª-39 B/El Lido (Cali-Colombia)
Nathalie.cruz.v@gmail.com